25.10.09

Tocar para descubrir. (Aunque a veces ese roce lo destruya todo)

Me diste la mano.
Unos minutos antes yo era otra: mi corazón latía a un ritmo normal y mi mano estaba desnuda. Luego llegaste y me cambiaste. Resonó fuerte el típico tambor que se siente en el alma, en lo profundo del corazón, cuando uno no distingue entre el querer y el amar. Mire al frente y sonreí. Era increíble. Me llenaste el cuerpo de nervios. Me llenaste la vida de alegría. Simulé estar bailando ese buen rock mientras cantando te mire de reojo y ahí seguías vos. Hermoso, libre y espléndido. Me miraste con tu media sonrisa y cantaste la canción de fondo. Mi mano seguía en la tuya y vos te encargabas de que me vuele los pelos y quiera gritar que YA SE LO QUE QUIERO PARA MI VIDA. Pero no podía, mi máxima expresión fue una tan grande sonrisa que casi se escapa de mi cara. Hubiera querido congelar la belleza de ese momento para siempre. Pero nada es para siempre y era hora de iniciar. Era hora de intentar, de probar de qué se trataba eso que tanto tiempo habíamos idealizado y que parecía a punto de concretarse. Pienso que es un momento muy bello en una relación ese entonces. La intriga junto a la pasión y el miedo.
Entonces descubrimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

las cosas que pienso, mis ideas, mi ser trascienden el tiempo; cuando muera, viviré...

Realmente soy un soñador práctico; mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad.